lunes, 18 de mayo de 2009

Autolesión.

En entradas anteriores he hablado de la necesidad de evasión, aspecto de nuestra psique que esta estrechamente vinculado a la cultura popular y por lo tanto, forma parte de aquello que denomino "frikismo".
Según los estándares sociales actuales, la evasión de la realidad es un comportamiento propio de un trastorno de la personalidad, derivado de la falta de aceptación del medio o del mismo individuo, normalmente relacionado con una maduración emocional pobre o incluso la incompetencia mental que prohíbe al afectado autorealizarse. No obstante, y como bien he llegado a decir anteriormente, la evasión de la realidad deja de ser un obstáculo en la psique del individuo si es utilizada como medio de evaluación del medio y no simplemente como una negación del mismo.
¿A que viene todo esto?, bueno, me gustaría comentar algunos casos vistos en el medio del comic donde se puede llegar a apreciar ese punto de no retorno en la carrera de un autor que le diferenciara del narrador mediocre al buen narrador de historias.
Como primer ejemplo seria Alan Moore, que en sus inicios rompió con las ideas de la New Wave (tendencia narrativa desarrollada en los tiempos en que Michael Moorcock estuvo al mando de la publicación británica Analog, donde se intento recuperar la visión humanista y de izquierdas en el genero) con su relato La balada de Halo Jones.
En esta historia Moore nos habla del viaje de una joven de un futuro distante, criada en un ghetto construido justamente en la costa de Nueva York, con la obsesión por escapar. La historia en si no podría ser mas oscura y contraria a los ideales de critica constructiva de la New Wave, ya que la protagonista quiere cambiar un mundo corrupto hasta la medula y finalmente sucumbe al mismo. El viaje de Halo le ayudara a escapar de la Tierra, pero luego querrá ir mas lejos cuando vea que l a galaxia en la que vive, sea en el sistema solar que sea, es un vertedero que irremediablemente se dirige a su fin. Moore nos dice que las intenciones del héroe de la New Wave puede ser optimistas y benevolentes, pero la falta de posición social e influencia en el medio lo convertirían en una figura mas trágica que heroica al verse incapacitado para infundir sus ideas.
Os recomiendo que hagais un pequeño ejercicio para confirmar esto, coged cualquier relato de ciencia ficción que sea minimamente decente y luego anotad el rango social del protagonista, haced esta operación al menos unas tres o siete veces.
Seguro que os habréis percatado de que el héroe de ciencia ficción no es el héroe de la fantasía heroica de Robert Ervin Howard o Sprague L. Camp, empieza su periplo ya siendo alguien significante en su mundo, no un "mindundi". Moore así le decía a los lectores de la revista 2000 A.D. que la ciencia ficción quizás no fuera el mejor genero para realizar ese ejercicio de evasión autocritica que la New Wave buscaba.
No quiero afirmar que Moore realmente estuviera interesado en herir la ciencia ficción, si no de hacer conscientes a sus lectores de que no se convirtieran en lotofagos, en adictos a un tipo de historias que quizás en el fondo les estaba dsitraiendo de las cuestiones que en aquel momento realmente importaban. Lo que a la larga sucedió con Star Trek, que empezó siendo una serie dedicada a los conceptos mas positivos del humanismo contemporáneo y que su afición ha convertido en un circo donde el debate repleto de tecno cháchara abunda mas que las ideas de tolerancia y dialogo entre civilizaciones.
Dejando a Moore y la ciencia ficción, me gustaría ahora mirar al señor Mark Millar, guionista joven que convirtió a cierto héroe americano en el paladín de los soviets en uno de los what if...? mas divertidos que un servidor a visto. Millar tiene dos historias que también podríamos considerar dignas de autolesion, la primera seria Wanted, miniserie donde el protagonista principal abandona una vida patética y llena de fracasos personales para convertirse en un sociopata falto de toda humanidad. Sin entrar en muchos detalles, me gustaría centrarme en el epilogo de esta historia donde no hay héroes, un epilogo donde el propio Millar se lacera a si mismo al hacer referencia a la esterilidad que supone el ejercicio de consumir comics y del lamentable status social del aficionado medio.
En su posterior obra, 1985, volverá a la carga al narrar una historia sobre un joven de 13 años, inadaptado social que reconoce ser un adicto a los comics debido a su incapacidad de hacer frente a su situación familiar, envuelto en una aventura propia del genero narrativo que tanto ama. A destacar el momento en que el protagonista, viendo que su conocimiento prácticamente inútil sobre los personajes de ficción puede salvar el mundo, intenta convencer a sus "amigos" para que le acompañen en su aventura, recibiendo por respuesta un tajante no. Ese no, nos dice Millar de forma indirecta, contradice cierta frase citada por un personaje menor en Expediente X.

"No he estado todos estos años jugando a Dungeons and dragons para no haber aprendido algo sobre el valor".

El aficionado no es nadie especial por consumir las obras del medio per se, sino que lo son aquellos individuos que motivados por el mismo utilizan su talento para contribuir al mismo. En una de las viñetas vemos que el protagonista de la historia, a diferencia del resto de "frikis" ,dibuja en su tiempo libre, no lo malgasta sentado delante del televisor, no es uno mas.
Saltemos de Millar para caer en Ed Brubaker, el cual escribió un guión para dos números de la serie normalmente escrita por Alan Moore Tom Strong. En esos dos números, Brubaker hace un guiño a la famosa etapa de Miracleman de Moore, pero utilizando a Strong para ello. En esa historia, Strong se enfrenta a un villano, lo derrota y se va a la cama como todos los días, y de repente, en alguna parte de Nueva York, Tom Stone, un obrero, se despierta al lado de una mujer gorda y amargada en un piso lleno de mierda que haría llorar a Ortega y Pacheco. En esos dos números, vemos como Tom Stone asiste al psiquiatra, hablando sobre unos extraños sueños donde aparece un aventurero llamado Tom Strong, un alter ego que el propio Stone a desarrollado para defenderse de un mundo hostil cada vez mas despiadado con la gente mediocre y patética como él.
No os relatare el final de ese arco argumental de dos números, pero si que os puedo decir que el comentario que hace Tom Strong sobre el mundo de Stone es realmente hilarante y trágico a la vez.
Resumiendo lo anteriormente comentado, uno puede inferir que los autores de las obras graficas se tienen en muy alta estima y realmente desprecian aquellos que consumen su trabajo. No mas lejos de la verdad, tan solo avisan al lector de que lo que tienen en sus manos no es la solucion a sus problemas, de que realmente es una aficion como cualquier otra y que su ejercicio no tiene por que ser realmente fuente de iluminacion ni de mejora social. Hablar de como Batman le parte la cara a Superman en El regreso del caballero oscuro es un ejercicio tan esteril a nivel intelectual como el comentar el nuevo fichaje del Barcelona. Recordad esto cuando visiteis el Saló del Comic de Barcelona y escuchad las conversaciones de los aficionados.

"¿Que esperabas Carter?.¿Un demonio?,¿algo horroroso?. No, no aqui, Carter. Tan solo un escritor mediocre de literatura barata que se llama Howard...Phillip...Lovecraft".
-Wilbur Whateley, en Lovecraft de Hans Rodionoff.

"Eso era tan solo...una espada...en el campo".
-Razon, en Luc Besson's Joan of Arc.

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