jueves, 8 de diciembre de 2016

Futuros Exhaustos Primera Parte.

De las diversas iteraciones narrativas de la ciencia-ficción literaria la que resulta menos conocida y más distante que la space opera en dureza es la denominada exhausted future. Su germen estético se encuentra en la Time Machine (1895) de Wells pero el ethos lo encontramos en The Last Man (1826) de Shelley. Menos conocida y aun más duramente criticada que Frankenstein, The Last Man es una historia que debe de ser encuadrada dentro del colapso social aunque es vital para el desarrollo del exhausted future por la misma razón que no fue aceptada por sus contemporáneos: el final del genero humano sin una revelación.
Situada en el siglo XX la novela de Shelley relata la odisea de un grupo de personajes de peso politico por encontrar refugio ante una pandemía que esta aniquilando a la humanidad, no obstante y a diferencia de obras anteriores como Le dernier homme (1805) de Jean-Baptiste François Xavier Cousin de Grainville  o el poema The Last Man (1812) de Thomas Campbell la autora prescinde de todo elemento religioso o espiritual en uno de los primeros casos de escatologia secular en la ficción europea del XIX:
We must all die; nor leave survivor nor heir to the wide inheritance of earth. We must all die!
The species of man must perish; his frame of exquisite workmanship; the wondrous mechanism
of his senses ; the noble proportion of his godlike limbs; his mind; the throned king of these must perish. [Shelley, p.329] 
Shelley se muestra brutal en esta novela al introducir personajes que claramente son una referencia a sujetos pertenecientes a la esfera biográfica y al movimiento romántico, des del pretendiente al trono británico con aspiraciones de conquistar Asia cual Alejandro Magno al hombre semi-salvaje que es elevado a los ilustres salones del arte y el pensamiento todos se hallan ante un escenario absolutamente carente de esperanza donde toda aspiración y deseo es banal. Uno a uno los supervivientes sucumben con el resto hasta que el último hombre tan solo se puede limitar a vagar por las ruinas de la humanidad con la compañía de un perro y sus libros a sabiendas que no habrá continuidad para el conocimiento, con la falsa esperanza que en su peregrinaje encontrara a un superviviente:
My only companion was a dog, [...], whom I found tending sheep in the Campagna. His master dead, but nevertheless he continued fulfilling his duties in expectation of his return. [...] for some time observed his repetition of lessons learned from man, now useless, though unforgotten. [...] But it was still possible, that, I could visit the whole extend of the earth, I should find in some part the wide extent a survivor. [Shelley, p.373]
 Aunque el poema Darkness (1817) de George Gordon (Lord Byron) ofreció un escenario similar alrededor de un fenómeno cósmico, el súbito apagado del Sol, Shelley ofrece la posibilidad de empatisar con unos personajes arquetípicos y desarrolla un discurso nihilista mientras que Lord Byron tan solo se centra en describir la desesperación y miseria colectiva de la humanidad ante una edad glacial en tinieblas.
Shelley señalo la senda y Wells cartografió el terreno en su The Time Machine (1895), obra resultado de la influencia que tuvo el abuelo de Huxley en la formación del Visionario de Kent y que omite la catástrofe como artifice de la angustia existencial que sufre su protagonista. El lejano futuro visitado por el Viajero dividido entre los dos subespecies descendientes del homo sapiens, los subterráneos y laboriosos Morlocks y los hedonistas e indolentes Eloi, no es producto de ninguna eventualidad biológica o cósmica sino de un largo proceso sociocultural y eugenico/disgenico fácilmente vislumbrable en su relación simbiotica:
Clearly, at some time in the Long-Ago of human decay the Morlock`s food had run short.Possibly they had lived on rats and suchlike vermin. [...] And the intelligence that would have made this state of things a torment had gone. Why I should trouble myself? These Eloi were mere fatted cattle, which the ant-like Morlocks preserved and preyed upon- probably saw to the breeding of. [Wells, p.51]  
Posteriormente Wells haría una alusión al origen de la divergencia entre Morlocks y Elois  en When the Sleeper Wakes (1899) en su descripción de la vida en los niveles inferiores de la ecumenopolis donde transcurre la acción:
Presently they left the way and descended by a lift and traversed a passage that sloped downward, and so came to a descending lift again. The appearance of things changed. Even the pretence of architectural ornament disappeared, the lights diminished in number and size, the architecture became more and more massive in proportion to the spaces as the factory quarters were reached. [...] Graham could note the pinched faces, the feeble muscles, and weary eyes of many of the latter-day workers. [...], was essentially a machine-minder and feeder, a servant and attendant, or an artist under direction. [Wells, p.154]   
 El lejano futuro de The Time Machine donde los logros de a ciencia y la cultura se han desvanecido y la opresiva ecumenopolis de When the Sleeper Wakes fueron una gran influencia en William Hope Hodgson como se puede apreciar en The House on the Borderland (1908) y The Night Land (1912). En The House on the Borderland nos encontramos con una historia en retrospectiva que evoca al Manuscrit trouvé à Saragosse (Jan Potocki; 1805) en su arranque pero que progresivamente nos adentra en un mundo distante aquel de la literatura gótica. Una pareja de excursionistas encuentran un manuscrito en las ruinas de un edificio donde se relata las vivencias del propietario del lugar y lo que a simple apariencia puede inducir a la idea de hallarse ante otro relato de casa encantadas pronto deviene erróneo. El ataque de unos monstruos humanoides de aspecto porcino procedentes de una fosa natural desencadena un viaje en el tiempo hacia un futuro lo suficientemente remoto como para permitir al protagonista ser testigo de los últimos días del sistema solar:
"I glanced towards the diminishing sun. It showed, only as a dark blot on the face of the Green Sun. As I watched, I saw it grow smaller, steadily, as though rushing towards the superior orb, at an immense speed. Intently, I stared.[...], as I realised that it would strike the Green Sun. It grew no bigger than a pea, and I looked, with my whole soul, to witness the final end of our System- that system which had borne the world through so many aeons, with its multitudinous sorrows and joys; and now- [Hodgson, p. 112]
 La siguiente obra de Hodgson The Night Land es la más ambiciosa de su corpus. Historia situada en un lejano futuro donde todas las estrellas se han consumido, la Tierra se halla poblada por monstruosidades de incierto origen y la humanidad se hacina en una arcologia descomunal de aspecto piramidal, cuya fuente de sustento es lo que queda de la energia geotermica del planeta, mientras colossos malignos aguardan en el exterior el día en que las defensas de la fortaleza dejen de funcionar. El mundo futuro de Hodgson es el escenario de un roman de chevalerie , la búsqueda de un hombre por salvar a su amada cuando el tiempo se ha agotado para todos. Repleta de elementos evocadores la única tara en la historia es ser relatada a modo de retrospectiva onírica por un hombre del S. XVII con lo cual su lectura puede ser tediosa.

La obra de Hodgson no solo ayudo a establecer las pautas para las historias de futuros exhaustos posteriores sino que también ayudo a que Lovecraft madurara los conceptos extraídos de Poe; The Great God Pan (1890) de Arthur Machen y de la antologia The Yellow King (1895) de Robert W. Chambers para formar lo que él denominaría el horror cósmico. No obstante si Hodgson miraba hacia la inexorable entropia del mañana de la cual el horror cósmico es una consecuencia natural Lovecraft decidió aferrarse a elementos conocidos de la literatura gótica, donde el horror necesita un detonante para desencadenarse ya sea a traves de la lectura de una obra prohibida o adentrándose en los lugares oscuros y recónditos del globo. Las monstruosidades en The Night Land son en su mayoría deudoras de los Morlock y los Eloi de Wells, iteraciones evolutivas del homo sapiens que pueden sobrevivir al entorno de pesadilla del lejano futuro y las más inhumanas son sin duda habitantes de otras estrellas con intenciones tan malévolas y alienigenas como los marcianos de The War of the Worlds (1898) mientras que los horrores de Lovecraft sufren de una ambigüedad que los sitúa entre lo sobrenatural y lo extraterrestre.

Clark Ashton Smith retomaría la idea de una Tierra futura para su ciclo de relatos de Zothique, el cual ya comente en una entrada anterior. El lejano futuro de Ashton no se diferencia demasiado de los mundos de sword & sorcery de la época pulp y resultan de interés por su estética macabra y tono sobradamente pesimista destacando entre ellos The Dark Eidolon (1935), una historia de venganza y brujería con escenas de gran violencia y sadismo, The Empire of the Necromancers (1932) y The Charnel God (1934).

Bibliografia:  
-Shelley, Mary. The Last Man. Wordsworth Editions, London. 2004.
-Wells, H.G. The Time Machine. Antologia H.G. Wells. Dover Publications, New York. 2015.
-Wells, H.G. When the Sleeper Wakes. 3 Prophetic Science Fiction Novels. Dover Publications, New York. 2013.
-Hodgson, William Hope. The House on the Borderland. Dover Publications, New York. 2008.
-Hodgson, William Hope. The Night Land. Dover Publications, New York. 2015.
-Clark Ashton Smith. Zothique, el último continente. Valdemar, Madrid. 2011.
-Roberts, Adam. History of Science-fiction 2nd. Ed. Macmillan Publishers, London. 2016.